Una de las cosas que me encantan de vivir en Riyadh, es la seguridad. Aquí una se da cuenta de lo que realmente significa vivir tranquilo y seguro.
Con lamento escribo que, en América Latina y Estados Unidos, la inseguridad ciudadana se ha disparado a lo largo de los años. Vivimos el día a día bombardeados de malas noticias: abusos, violaciones, drogas, asaltos, secuestros, balaceras, corrupción, homicidios, feminicidios, robos y violencia por doquier. En Estados Unidos el tema toma un tinte más oscuro, a mi parecer, con los lamentables tiroteos en las escuelas.
En Occidente se ha normalizado saber que después de cierta hora hay que estar en la casa, o que por determinado barrio es mejor no pasar de noche. Esa es nuestra realidad: cuidarse del desconocido; vivir en inseguridad es parte de nuestra vida; fue, sin duda parte de mi vida por más de 30 años.
Antes de mudarme a Arabia Saudita, leí que era un país muy seguro, pero vivir esta seguridad es completamente diferente. Hay cosas que hacemos las personas que vivimos en Riyadh que parecen imposibles en otros lados, por ejemplo:
- Podés caminar a la hora que sea y por donde sea, nadie te va a tocar, asaltar, ni a robar nada.
- Podés andar las joyas que querás, nadie te va a asaltar.
- Podés dejar tu casa abierta, nadie va a entrar a robarte nada.
- Podés dejar tu carro con las llaves adentro y tus pertenencias, nadie se las va a llevar.
- Podés olvidar tu teléfono en cualquier lado, nadie lo va a tocar, o a lo sumo, lo usarán para llamar a alguien que te pueda avisar que lo encontraron.
- Podés olvidar tu bolso, nadie lo va a mover de donde lo dejaste.

Cuando yo llegué a Arabia, mi esposo ya tenía 6 meses de vivir aquí y una de mis primeras preguntas fue: ¿dónde están las llaves de la casa? Él me respondió: “No sé, ni las uso. Aquí nadie cierra con llave”. Las primeras noches me despertaba con cualquier ruido, pensaba que se iban a meter a robar, pero ya con el tiempo comencé a dormir muy tranquila.
Lo mismo pasó con el carro, varias veces le dije que no era bueno dejar las llaves dentro del carro, que cualquiera podía abrirlo y llevárselo o sacarnos las cosas. Con el tiempo me di cuenta de que eso, en este país, no sucede.
La libertad y seguridad con que caminan los niños es impresionante, andan en los centros comerciales como si estuvieran en la sala de la casa. Corren, van y vienen, se pierden, encuentran a los papás, se alejan, piden un globo, brincan y juegan por todo lado. Aquí una madre y un padre saben absolutamente nada le va a pasar a su hijo si habla con un extraño. Lo que la gente hace si ve a un niño solo es ver si sus padres están cerca y sino, ayudarle a encontrarlos. ¿Secuestros, tráfico de órganos, pedofilia? Nada que temer.
Y siempre hay quienes opinan que no es debido confiar tanto y tal vez tengan razón en alguna medida, pero este nivel de seguridad solo se entiende cuando se vive aquí. A la fecha ya hemos recibido a los papás de mi esposo y a los míos en Arabia, y los 4 se impresionaron con el nivel de seguridad, pero sobre todo con su origen, que es la bondad, la honestidad y los buenos valores de las personas que habitan este país.


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